Abrazada por un alto acantilado en el que reverbera el sonido de las olas golpeando el arenal, y en un entorno salvaje y abrupto, este resulta ser un lugar realmente especial. Es una playa de fácil acceso, pero poco transitada. Sin duda, una de las muestras más bellas del modelado del Cantábrico, salvaje como toda la costa asturiana, y hasta hace poco bastante secreta, aunque la democratización de la fotografía la han convertido en un destino imprescindible que acaba en miles de cuentas de Instagram, folletos turísticos y catálogos de fotógrafos aficionados. Moles rocosas de impresión protegen su concha, como una fortaleza natural que salvaguarda sus aguas tranquilas y su brisa silenciosa. Está en Castañeras, entre el cabo Vidio (otro lugar espectacular) y el cabo Busto, presidido por su faro y con unas vistas extraordinarias.